El homenaje tras fraccionar objetivos
Como reza el proverbio chino, «el camino de miles de kilómetros comienza con un sólo paso». Nunca pensé que pedalearía 120 kilómetros «del tirón» durante 8 horas seguidas, y es lo que tuve que afrontar el tercer día de competición. Pero pedalear una hora seguida no suena tan tedioso, está al alcance de cualquiera. Así que simplemente se trató de repetir ese esfuerzo de una hora ocho veces seguidas.
Éste es el planteamiento ante un complicado reto y uno de los grandes mantras y lecciones que he aprendido de Josef. De hecho, no sólo se trata de fraccionar los grandes hitos que uno tiene delante para hacerlos asumibles y engañar nuestro subconsciente. Además, hay que incentivarse, premiarse tras las pequeñas consecuciones. Necesitas homenajearte. Necesitas ponerte una zanahoria que te sirva de incentivo para seguir avanzando, poder darle un mordisco de vez en cuando para saber que es de verdad, y que te has ganado una parte de ella. Así que, cuando quedaban 10 kilómetros al cruzar la línea de meta de cada etapa, me tomaba una barrita energética de cereales y trozos de chocolate blanco, mi preferida. Sencillo, eficiente, merecido.
Si entregas tu trabajo de final de carrera tras semanas preparándotelo, aunque todavía tengas tareas que completar, sal una noche de juerga y emborráchate hasta que el cuerpo aguante. Si finalizas un periodo estresante en el trabajo, ves a celebrarlo con tu pareja derrochando en vuestro restaurante preferido. Y es que desde el punto de vista laboral probablemente conseguirás tu premio – en forma de incentivo de ventas, bonus anual o pago adicional – pero la más valiosa de las remuneraciones, será el homenaje que te hagas a tí mismo.
Karma y compañerismo
Tuve la suerte de poder ofrecer el apoyo de un compañero ya en el segundo día de la Titan Tropic. A 18 kilómetros del final y con dos horas para que «cerraran la etapa», a Javi Sancho se le rompió el cambio de marchas, inutilizándole así la bicicleta. Procuramos arreglarlo, pero ni acortando la cadena había forma. Bici «al palco». Me dijo que siguiera sólo y él procuraría llegar corriendo a pie con la bici a cuestas (sabiendo que no tenía tiempo y quedaría eliminado). Pero eso no entraba en los planes. ¿Qué sentido tenía que yo acortara una hora en la clasificación general y un compañero de equipo quedara eliminado? Decidí buscar ayuda, pedir un trozo de cuerda, luego otro, y al final uniéndolos y con una cámara de repuesto conseguimos juntar un trozo suficientemente largo y remolcar su bici con la mía e irnos turnando hasta la meta. Llegamos a 15 minutos de ser eliminados, pero llegamos los dos. ¡Qué momento!

Soy fiel defensor del karma y varias veces he escrito sobre ello, y el día siguiente mismo puede comprobar su presencia. A mitad de la prueba de 120 kilómetros me encontraba sólo y bastante bajo de moral por una etapa muy dura. Rondaba el kilómetro 60 en lo alto de un puerto de montaña, y con unas 5 horas de pedaleo de mucho desnivel a las espaldas. Pero justo en esos momentos complicados apareció Javi por detrás a buen ritmo y se unió a mí para continuar juntos. Estuvo a mi lado hasta el final de esa etapa ofreciendo un apoyo necesario, y hasta bromeando a nuestra llegada a meta.
La importancia de la estrategia
Cualquier plan consta de una serie de puntos fundamentales, que incluyen análisis inicial, presupuesto, timming, objetivos, táctica, estrategia, revisión y control de resultados. Aunque no siempre se aplique, es un discurso ámpliamente conocido en contexto empresarial, pero raramente contemplado con rigor para otros aspectos de la vida. En la Titan Tropic pude comprobar como tener un plan estratégico incide directamente en los resultados.
Superada una parte previa y fundamental con temas más logísticos como los costes o el calendario de la carrera, mi única estrategia para terminar mi primera competición en bicicleta de montaña (sí , primera) era acabar cada etapa sin morir en el intento y plantarme en la salida del día siguiente. Tras el primer día, quedó claro que era un planteamiento tremendamente vago e ineficiente. A partir del tercer día, tiré de los consejos de Tomi Misser, que como pluricampeón mundial en varias disciplinas de ciclismo tenía mucho y muy valioso que decir. Me fue recomendando en qué tramos debía ir más fuerte, en cuales aflojar y en cuales darlo todo, siempre en función del recorrido y mi experiencia para superarlos. En definitiva, una estrategia concreta para el kilometraje de cada etapa, ya fuera escalada, llano o descenso. La definición de esas pautas tácticas de la mano de Tomi fueron otro de los factores clave que me llevaron a conquistar la Titan Tropic.
Querer es poder
Mucha gente dudaba de que pudiera afrontar y terminar una prueba así por mi baja preparación física y casi nula experiencia en ciclismo. Como indiqué en una mini-entrevista con Josef, lo máximo que había rodado en un día eran 47kms, y las cinco etapas de la Titan Tropic eran de 87, 82, 120, 78 y 67 kms respectivamente. Todo un reto, ¿podría con ellas?
Al final resultó que los días fueron pasando y podía ir superando las etapas. Me di cuenta que el primer día pedaleas con las piernas, el segundo con los pulmones, el tercero con la cabeza, el cuarto con el corazón, y el quinto, sin saber ni cómo, es el día que pedaleas más rápido, seguro y convencido hacia la última línea de meta. Sabes que ahí te espera el dulce sabor de completar una pequeña gesta, un gran logro personal. Es extraordinario el amplio abanico estados de ánimo que uno puede sentir durante una prueba deportiva como la Titan Tropic. Especialmente el primer día, en apenas 4 horas pude experimentar desde fatiga, extenuación, decepción, estrés y profunda desolación, hasta la más completa alegría, autorealización, euforia y satisfacción.